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El Moncayo crea un entorno único para nuestros viñedos, regulando el clima con inviernos fríos y ventosos de influencia atlántica, y veranos cálidos con influencia mediterránea. Este contraste térmico ayuda a desarrollar vinos con buena acidez, color vibrante y taninos agradables.
El característico cierzo purifica el terreno y tiene también un papel fundamental en nuestros vinos.
Una importante parte de nuestro viñedo es de secano. Este estrés hídrico favorece la concentración de sabores y aromas en la uva y supone una forma de viticultura más sostenible.